lunes, 14 de mayo de 2012

LAS EXPERIENCIAS(TERCERA PARTE)




Cinco años pasaron para Carmen en esa nueva actividad donde, lo mismo se empleaba de sirvienta, que de recamarera, cocinera o dama de compañía de viejitos, una nueva vida se abría ante ella, su curiosidad era satisfecha al observar diferentes formas de vida, distintas a la suya, y que a falta de instrucción, le servían como escuela; por esa razón, no era afecta a durar mucho tiempo en un solo lugar, pero siempre buscaba alguien que la sustituyera, incluso con su madre cuando ésta cansada o arrepentida de lidiar con borrachos, se tomaba largas temporadas de descanso en su actividad acostumbrada.

Económicamente a Carmen le iba bien, incluso seguía ayudando al sostenimiento de la casa materna, aunque la visitara solo un par veces al mes, pues prefería quedarse en las casas que le daban empleo en sus días de descanso. Durante este tiempo, Salomón que frecuentemente gustaba de visitar el rumbo donde mi madre vivía y trabajaba,al principio acompañado de su hermano Rafael, que se había hecho muy amigo de Severiano, se había convertido en un hombre extrovertido de agradable aspecto, que frecuentemente tenia encuentros casuales con mi madre. Las amigas de Carmen, le recomendaban que no lo tratara, pues mi padre tenia fama de mujeriego y borracho, pero mi madre no tenia ojos, mas que para él, desde los once años que lo conoció. Así es que desde los quince años, mi madre
se consideraba novia de mi padre, aunque éste siguiera con su vida licenciosa, y aunque formalizado el noviazgo mi padre la visitara pocas veces, para mi madre era la cúspide de la felicidad, tener trabajo y ser novia de Salomón.

Un día poco tiempo después, de haber cumplido los diecisiete años, mi madre se desmayó, víctima de fuertes dolores en uno de sus riñones, haciendo alguna labor domestica, sus patrones asustados mandaron al chofer que la fuera a dejar a su casa, todo parecía indicar que era algo de gravedad, pues mi madre estaba en un grito, en ese momento, ni su madre, ni su hermano estaban en casa, así que ella como pudo,hablo con algún vecino, poniendo al tanto de la situación y llenándose de valor, ella misma buscó un taxi.

Al mismo taxista le preguntó donde la podrían atender, el taxista al comprender que era una muchacha humilde sin dinero, le recomendó el Hospital General que era gratuito, así que al llegar, su estado era tan alarmante, que inmediatamente dos enfermeros la llevaron ante uno de los médicos. Un año después de este día, habían pasado muchas cosas, los médicos a toda costa trataron de salvarle el riñón mas afectado, pero los ciclos de recuperación y enfermedad se hicieron tan frecuentes, que finalmente se dio la extirpación.


Cuenta mi madre que durante ese año, fueron mas los días de hospitalización que fuera de él, a pesar de la gratuidad de los servicios, la exigua economía de su hogar, se vio altamente afectada terminando con todo lo que se pudiera vender y aún endeudarse. Mi madre cuando fue dada de alta era casi un esqueleto viviente, mi abuela en este año milagrosamente, se había dedicado a mi madre completamente y hasta conseguía alguna ayuda, sobre todo de alimentos, en las casas donde mi madre había trabajado y en donde le guardaban buen aprecio.


Cuenta mi madre, que mi padre la visitó una sola vez a lo largo de ese año y que la vio tan mal, que seguramente algo pensó, por que no volvió a saber de él, hasta que se recuperó completamente. Gracias a los alimentos de la gente que conocía a mi madre, que incluso le mandaban frecuentemente con los choferes, mi madre fue venciendo la anemia y recuperando un peso saludable. Al verse recuperada lo primero que hizo fue agradecer personalmente los favores recibidos e incluso volvió a emplearse en una de esas casas.

No faltó quien le hiciera llegar a mi padre un mensaje de la recuperación de mi madre, así que unos meses después, llegó mi padre pidiendo perdón y alegando que había estado trabajando en una obra foránea, pues se había convertido en albañil, desde luego mi madre quiso creerle y continuaron el noviazgo donde se había quedado. La reincorporación de mi madre a su trabajo habitual se fue dando paulatinamente, sus patrones trataban de no imponerle trabajos muy pesados y mi madre agradecía haciendo las cosas bien y con gusto.



Dos años pasaron, mi madre aprendió a hacer su vida normal, con alguna frecuencia acudía al Hospital, aún reconocía a pacientes, médicos y enfermeras, cuando ella llegaba tenía dos epítetos, algunos la llamaban Carmelo, pues en el tiempo que estuvo internada, acostumbraban rapar a los pacientes y era frecuente equivocarse con el genero de estos, amen que todos llevaban la misma ropa de cama, a mi madre esto le hacia gracia, y aceptaba el apodo, por otro lado cuando le crecía el cabello y debido a la sensible nubosidad de sus ojos que de lejos le daban un tono azulado, sobre todo los médicos varones que en ese tiempo eran gran mayoría, le decían la mujer de la mirada triste.


Cinco años duró el noviazgo de mis padres, mi madre se había acostumbrado a la forma de ser de mi padre, siempre perdonando sus infidelidades y sus borracheras y como en el barrio donde vivía esto era muy frecuente, pensó como todas las mujeres de su tiempo, que si se llegaban a casar, ella con su amor enderezaría los defectos de mi padre. Mi madre seguía trabajando, ya había pagado las deudas contraídas y nuevamente, había comprado muebles para la casita materna, la abuela Guadalupe había enderezado sus pasos y había hecho amistad con un hombre mayor que ella, viudo y sin hijos que alimentar, se llamaba Trinidad y era herrero, así que acordaron que el viviría con ella y de esa manera serviría de respeto para la casa y para la abuela. Cuatro años duró la relación y la consecuencia de ésta fueron dos hombrecitos Martín y Apolinar, el hombre se portó bien, nunca le falto al respeto a mi madre, trataba bien a Severiano, aportaba semanalmente su gasto, mimaba a sus hijos, pero un día salió a comprar cigarros y ya nunca regresó. Mi abuela Guadalupe, nunca pudo explicarse esta actitud, al inicio lo buscó en cárceles, almacenes forenses y hospitales, pero meses después alguien le dijo que lo habían visto por el rumbo de Puebla, así que mi abuela comprendió que la había abandonado y cerró ese capitulo de su vida, con dos pequeños hijos para amarlos y mantenerlos.


Para mi madre los dos años posteriores a su recuperación fueron benignos con ella, después de haber sido casi un cadáver viviente a los veinte años, era una mujer muy hermosa, a tal extremo que mi padre la veía con una frecuencia inusitada y continuamente trataba de convencería de tener relaciones intimas, pero mi madre chapada a la antigua y siempre recordando a su padre, aun a pesar que ella también lo quería, siempre encontró una manera de apaciguarle los ánimos a mi padre, en el fondo de las cosas, como todas las muchachas de su edad, soñaba con una boda con iglesia y vestido blanco, pero siempre mi padre pretextaba que no tenia dinero para esas cosas. Al fin un día mi padre le dio un ultimátum, o tenían relaciones sin casarse o la dejaba definitivamente, así que mi madre se quedó sola llorando.


En los días siguientes, esta idea ocupó su mente, por un lado mi abuela Guadalupe había encontrado estabilidad en su vida al haber encontrado a Trinidad, en esos momentos no había visos de lo que sucedería dos años después, su hermano Severiano ya estaba a punto de casarse con Celsa, una muchacha de familia de algunos recursos superiores al suyo. Mi madre saludablemente se sentía muy bien, y aunque recordaba las recomendaciones de sus antiguos médicos, la idea de tener un hogar, y sobre todo la posibilidad de engendrar un hijo con mi padre, le dio fuerza para tomar una decisión, sabía que abrían dificultades, pero era el paso definitivo que debía dar, no saldría de su casa como una mujer decente, pero a cambio se daría la oportunidad de ser como todas las mujeres, crear una familia para sí.


Así que como no sabía leer y escribir, y no quería que nadie supiera el paso que estaba dispuesta a dar, se le ocurrió poner en un paquetito la pantaletas limpia, mas bonita que tuviera, le puso unas gotitas de perfume, lo envolvió de tal manera que solo rompiendo el empaque se podría saber su contenido, y sabiendo la amistad que había entre Severiano y Rafael, le pidió por medio de este ultimo, le hiciera llegar el paquete a mi padre, puesto que finalmente entendería el mensaje. Así que al verlo Salomón comprendió que estaba
dispuesta a aceptar su propuesta e inmediatamente la tarde posterior a la entrega del paquete, ya estaba con mi madre, todo embriagado de amor. Mi madre le pidió que por lo menos alquilasen entre los dos algún cuartito donde vivir y que aunque no estuvieran casados el se comportaría como un marido normal, cosa que mi padre aceptó, y al día siguiente ya tenían el cuartito en la vecindad donde vivía con mi abuela Sabina al otro lado de la ciudad.(CONTINUARA)



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