martes, 15 de mayo de 2012

LAS EXPERIENCIAS (QUINTA PARTE)

La vida no fue fácil para Salomón, nunca tuvo el cariño ni el apoyo de un padre, poco antes de cambiar su residencia a Salvatierra, le había preguntado a su madre, por que un señor, que siempre se lo encontraba en el jardín del pueblo, cuando acompañaba a Salvador a trabajar con su cajón de bolero, este le decía ahí viene tu papá, y el señor siempre le daba un peso. Era verdad que era su padre. Sabina, apesadumbrada solo afirmaba con la cabeza, y le decía que era muy chico para que entendiera, que mas adelante, cuando ya estuviera grande, se lo contarìa todo.

Así que entre bromas y burlas de sus hermanos y sus amigos, se fue acostumbrando a tener un padre, que nunca le prodigó una sonrisa o al menos una palabra amable, un padre al que no le podía decir papá, un padre que sí mimaba y reía con sus otros hijos, un padre, que solo le inspiraba temor y que a veces tenía que seguir en silencio a prudente distancia, para que este al percatarse de su presencia, le diera el consabido peso. La ultima vez que vio a su padre por la calle y con la valentía que le daba el saber que pronto se irían de Uriangato, se atrevió a llamarle papá al señor, pero este lo regaño, diciéndole que no le volviera a llamar así, acto seguido, saco el peso de plata, pero mi padre dolido ya no se lo quiso recibir.

Cuando llegaron a Salvatierra, para Salomón representó una liberación, ya no tendría un padre que le inspirara temor, aunque ya no habrían pesos, habría libertad. Todo le faltò, cosas materiales y cosas espirituales. Mama chucha habìa muerto, Salvador se la pasaba todo el dìa en el trabajo y por las tardes salìa a noviar, Esperanza siempre pegada a las faldas de su madre y Rafael era muy pequeño para acompañarlo, asì que empezò a divertirse con compañeritos de su edad haciendo mil travesuras, algunas inocentes y otras no tanto, por las que Sabina, le propino frecuentes tundas.

Cuando llegaron a Mèxico en mil Novecientos cuarenta y dos, el aspecto inocente del que hablaba mi madre, realmente no era tal, dentro de èl habìa una picardìa que pronto descollarìa completamente, jugaba cartas y rayuela, cantaba, hasta tocaba un poco la guitarra, tenia mucha facilidad para hacer amigos, no habìa quien le ganara a tomar cerveza y era una fiera en el trabajo, en pocos meses su hermano Salvador, que en la obra ya segundeaba, le diò a Salomon la oportunidad de ser media cuchara y de acompañarlo a la pulqueria a tomarse sus curados de fresa, limón o avena. Ademas las muchachas le decian que se parecìa a Pedro Infante, por lo que la vergüenza del principio se fué convirtiendo en un deporte, y a cual mas mujer se le lanzaba, consiguiendo casi siempre lo que deseaba de ellas.


Con el fruto de su trabajo, poco a poco, iba satisfaciendo todas y cada una de sus necesidades mas urgentes. Sabina que siempre le había gustado pasear y conocer gente, con el pretexto de agradecer que hubieran hospedado por dos semanas a sus hijos, no tardó en visitar y conocer a mi madre, a Seve y a  Guadalupe, que por esas fechas, solo los tres existián en esa familia, Guadalupe y Sabina no tardaron en identificarse, pues de alguna manera, había mas similitudes que diferencias. También le simpatizó mi madre;  Carmen, Seve, Rafael y  Esperanza, hicieron lo mismo. Por ese motivo, cuando años después, mi padre se encontraba coincidentalmente con mi madre, no era tal, pues continuamente, mi abuela Sabina, le decía a mi padre que se buscara una novia como carmelita. Las dificultades iniciaron, cuando despuès de tres años, mi madre aùn no se había embarazado, entonces Sabina le reprochaba a su hijo Salomón el haberse juntado con una mujer enferma.


Así de esta manera, llegamos al momento en que ambos, deciden juntar sus vidas y ahora los vemos en una vecindad de la calle Conquistador del Cielo, el cuartito que comparten no tiene muebles, así que corren a la tienda de ultramarinos, cercana a la vecindad y compran todos los cartones que pueden hallar, Sabina, que vive en la misma vecindad, les presta unas sabanas y unas cobijas, Salomón corre a conseguir  un brasero, una olla y una cazuela de barro, también un costal de carbón. Carmen tiene mas de diez años en no usar un artefacto así, en las casas que trabajó, se acostumbró a las estufas de gas, aùn en su casa tiene estufa de gas y la abuela Guadalupe es la que tiene experiencia en estas cosas, así que trata de prender el anafre, pero lo hace dentro del cuarto, mientras Salomón había ido a la tienda por algunos comestibles, cuando llega eso es un escándalo, mi madre está llorando, el cuarto lleno de humo, esperanza y mi abuela Sabina estan apagando el brasero y unos cartones que se incendiaron. Por fin después de un momento de calma vemos a mi padre degustando unos huevos casi quemados que mi madre le ha preparado y que mi padre le dice que son los huevos mas sabrosos que ha probado en su vida.


Los primeros dos años, es una luna de miel, mi madre se pasa todo el tiempo, arreglando su casita que ahora a crecido un poco, pues ahora están alquilando en la misma vecindad dos cuartitos con cocina, muy similares a los de la casa materna, algunas dificultades han habido con la familia de Salomón pero nada que no pueda arreglarse, frecuentemente visita a Guadalupe su madre, algunas veces acompañada por Sabina y otras veces es Guadalupe quien la visita a ella. Ultimamente Carmen con frecuencia va a la iglesia mas cercana, ahi da rienda suelta a su llanto, pues presiente que algo anda mal con su organismo, pero teme ir con un médico, estos le recomendaron que no se casara, pero quiere tener un hijo, estas son las palabras que está diciendo "- Dios mío, hazme el milagro de darme un hijo, déjame sentir la sensación de ser madre, dame la oportunidad de vivir lo que toda mujer vive con la maternidad, hazme ese milagro Dios mio, no importa que tomes mi vida a cambio de la de él, tu que tienes tantas criaturas a tu lado, permite que una de ellas, se convierta en un hijo mío-". Después que ha desahogado su pena regresa a esperar a su esposo a quien tanto quiere.Por eso es que le ha dolido tanto, lo que ha dicho Sabina, por que es lo que ella se repite a cada momento, eres una mujer enferma.


Salomón va muy bien en su trabajo, tiene ya un año trabajando en la construcción  de Ciudad Universitaria, Salvador ya es Maestro de Obra y Salomón es su segundo, además como albañil los ingenieros le han felicitado varias veces, para que su felicidad sea completa, solo le falta que Carmen le dé un hijo, su madre Sabina le ha dicho que si Carmen no le puede dar un hijo, que la deje, y se busque una mujer sana, ¿que debe hacer?. Carmen es muy buena, muy limpia, muy hacendosa, y sobre todo lo quiere con toda el alma ¿que debe hacer?. Él es un buen marido, sí sale de vez en cuando a divertirse con sus amigos, pero es permisible, trabaja mucho y la misma Carmen le ha pedido que salga a distraerse, ella a veces prefiere quedarse toda la tarde escuchando sus radio novelas.


Por fin ya casi cuando se van a cumplir tres años de estar juntos, Carmen tiene los síntomas del embarazo, por fin Dios ha escuchado a Carmen, ahora le pide que sea un varoncito, ¿no es mucho pedir?, para Dios no hay imposibles, sí será un hombrecito y se llamará Salomón como su padre, y también Jesús por que él hará este milagro. El día trece de Mayo de mil novecientos cincuenta y seis, queridos nietos nace su abuelo, mi madre insiste en tenerme con partera, pero mis abuelas exigen que sea en un hospital, temen por la condición de mi madre, que surja algún imprevisto, logran convencer a mi padre. Mi madre quería demostrar, que ya no era una mujer enferma, pero ya será en otra ocasión, por fin se llega el momento y ese día a las cinco de la tarde estaba yo naciendo.

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