viernes, 27 de abril de 2012

LOS ESPIRITUS


Un día… ante un espejo, nos damos cuenta que existimos. Este nuevo conocimiento llega a nosotros acompañado de una sensación en la boca del estomago. En ese preciso momento algo muere para nacer otra cosa distinta.
Es un momento muy especial en nuestras vidas. Por fin llegamos al punto en que nos reconocemos a nosotros mismos. A partir de ese momento, “somos”. La imagen que se refleja en el espejo es muy parecida a la infinidad de criaturas que percibimos “viviendo” como humanidad, al mismo tiempo. En ese momento, nos damos cuenta que poseemos “algo” que compartimos con el resto de nuestros semejantes. Tenemos una identidad que nos hace ser especiales, pero al mismo tiempo, intuimos “algo más” que nos identifica a todos como un solo grupo.
Una dualidad que surge de la conciencia recién adquirida, nos hace entender que somos uno y todos al mismo tiempo. Todas las preguntas se abren paso después de ese instante maravilloso. El concepto de Dios llega a nosotros de una manera arrolladora, ¿Cómo es posible, que existamos, que poseamos un cuerpo, que tengamos una mente, que nuestro pensamiento nos lleve en un instante a lugares ignotos, que seamos capaces de  percibir un gran número de sensaciones que van de lo dulce a lo amargo y que llamamos sentimientos... En fin, tantos dones y tantas herramientas que podemos llamar nuestras, no están ahí, salidas de la nada.
Es obvio que detrás de todo esto hay una inteligencia portentosa, una sabiduría acumulada de millones de años, y que por desconocer a sus autores, llamamos Dios.

Pues bien, ya hemos aceptado que poseemos un cuerpo físico tan perfecto, que no sabemos qué le pueda faltar. Son miles los prodigios que puede realizar el cuerpo humano, pero aún más allá de la potencialidad física que disponemos, existen ciertas conexiones supra-físicas que nos conectan con esa maravillosa entidad que le da vida y energía a la asombrosa maquina biológica. Esta entidad que tiene memoria, que posee la capacidad de experimentar, que funciona como un vinculo entre el mundo físico y el metafísico, es aún mas asombrosa que nuestro cuerpo, y es capaz de realizar hazañas más sorprendentes; a esta entidad le llamamos alma. El alma jamás descansa. Todo el tiempo desde su creación, pasando por miles de encarnaciones hasta el término de su plan de existencia, en el momento que vuelve a ser uno con su padre-madre absoluto, está en constante actividad.
En realidad, a pesar de la intimidad acostumbrada que nos da cada una de las vidas, en las que tenemos la oportunidad de experimentar, poco sabemos de nuestros cuerpos y los hemos subestimado todo el tiempo. En ocasiones los sentimos más como un lastre que como una herramienta. Regularmente es poco el respeto que les tenemos, y constantemente los exponemos a múltiples peligros. Algún día, dentro de nuestra larga cadena de reencarnaciones, vamos a aprender a darle a nuestro cuerpo la importancia que tiene. Algún día el alma y el cuerpo verdaderamente van a vibrar en la misma frecuencia.

Mucho se ha escrito acerca del momento, en que el alma toma posesión del cuerpo denso. Diversos autores coinciden en que el alma dispone del cuerpo desde el momento de su concepción, pero que durante los primeros seis meses, entra y sale de éste por causas hasta ahora desconocidas, como si se tratase de un periodo de acomodamiento. Son en estos momentos, diseminados a lo largo de 180 días, donde el nuevo cuerpo se va amoldando a convertirse en un ser pensante, que incluso esporádicamente, es capaz de mantener una comunicación con su madre a través del pensamiento. Según estos autores, desde el sexto mes  de concebido hasta el momento de su nacimiento, el alma  habita en el pequeño cuerpo definitivamente. En el momento del alumbramiento sucede algo muy asombroso, parece ser que el alma del recién nacido, aprovecha este momento para  “olvidar” las experiencias adquiridas previamente, y reiniciar una nueva vida  sin más memoria que lo que la madre, y posteriormente  su contexto, le van transmitiendo.
De aquí en adelante, el alma apoyada en las herramientas que le da su cuerpo actual, iniciará una nueva aventura, donde tendrá la oportunidad de vivir nuevas experiencias, así como resarcir antiguos errores, y completar ciclos que se dejaron truncos. En teoría el alma olvida, pero en la practica de vivir, constantemente a lo largo de nuestras vidas, siempre estamos recordando. Ya sea al contemplar un objeto, un edificio, un paisaje, un retrato de alguna persona, etc., o al escuchar un sonido, una música, algún olor familiar, el roce con alguna persona, en fin, hasta en la degustación de  algún alimento, son todas pistas de pequeños recuerdos de vidas anteriores. Incluso, esto puede detonar un recuerdo mayor, como por ejemplo, contemplar por pocos instantes imágenes vívidas con lugares y personajes con los cuales nos reconocemos, así como los sonidos, los olores... en fin, escenas que duran instantes pero que en nosotros se transforman en experiencias muy completas.

Lo mismo sucede, cuando estamos a punto de cometer un error, que ya hemos cometido en vidas anteriores, algo en nosotros nos avisa de alguna manera, que estamos repitiendo una acción que nos va a traer consecuencias funestas. Todos lo hemos sentido, pero en la mayoría de nosotros pueden más los egos que las advertencias de nuestra conciencia.
He aquí una de las justificaciones del eterno retorno. Por alguna razón que desconocemos, a veces es importante para nuestra alma repetir los mismos errores, hasta que por alguna causa queda marcada en nuestra conciencia la enseñanza buscada. En otras, experimenta el error con distintas variantes, obteniendo distintos resultados, para una vez cumplida la misión, iniciar otra de distinta envergadura.
Nuestra alma es como un artefacto de almacenamiento, donde a través de las innumerables vidas que experimenta, termina alguna vez por llenar. En esa ocasión al cumplir su meta, regresa al punto donde se originó para entregar su cometido y transformarse en otra entidad mas excelsa y preparada para ejercer actividades en mundos superiores.
Decíamos anteriormente, que el alma es un vinculo entre dos mundos, así como poseemos cuerpo y alma, también estamos impelidos por el espíritu de Dios. Es más, en algún lugar dentro de nosotros mismos, no en el cuerpo físico, sino más adentro, después de pasar por todos los cuerpo sutiles que poseemos, podemos encontrar a tan grandiosa entidad: El espíritu.

Hablar del espíritu, es algo muy difícil. Sólo la intuición nos puede dar respuestas. Las descripciones de diversos autores resultan pobres, y las palabras son insuficientes para describir conceptos relacionados con el espíritu, porque hablar o escribir acerca del espíritu es hablar y escribir acerca de Dios.
Son ámbitos muy poco conocidos. Sabemos, sin embargo, que cuando el alma pasa a formar parte de una élite de seres espirituales, estos están conformados por diversos grados de sabiduría, donde la bondad, la comprensión, el amor, y una enorme cantidad de sentimientos de alta vibración, llegan a un grado extremo de perfección. Estas élites conforman una organización muy compleja dentro de la cual, dichos seres espirituales continúan en eterna evolución a través de diversas esferas de conciencia, que llamamos mundos superiores  o dimensiones existenciales, y cuyas tareas desconocemos, pero que intuimos que son tareas relacionadas tanto con las humanidades vivientes y mundos de tercera dimensión -que podemos insertar en un universo físico y cambiante-, como en tareas con entidades del mundo espiritual, con mundos de elevadas conciencias insertadas en universos que no conocemos, pero que de alguna manera se relacionan entre sí.
Nuestro planeta es un mundo de tercera dimensión, y todos los mundos en esta posición son escuelas de experimentación. Aquí las almas aprenden rápido y bien, aquí estamos llenos de oportunidades para conocer la obra de Dios y practicar todo aquello que en un momento dado son necesidades del plan divino. Tanto más difíciles son nuestras vidas, y tanto más dolor y sufrimiento escarmentemos, mas rápida será la enseñanza buscada y más pronta la recompensa obtenida.

Digamos, que en ocasiones, cuando el alma presiente que ha quedado rezagada respecto a sus propios fines, escoge vivir dificultosamente alguna vida o una parte de ella para resarcir el tiempo perdido o elevar la calidad de las enseñanzas experimentadas.
En esas circunstancias, alguna institución de los mundos espirituales, tiene por tarea acompañar, y en ocasiones compensar, tales sufrimientos con situaciones que hacen que el alma tenga la fuerza suficiente para terminar su cometido.
Nunca estamos solos, existen muchos seres espirituales alrededor nuestro, algunos involucrados directamente con el alma en cuestión, y otros meramente como observadores con distintos fines.
Existen posibilidades de que, por alguna necesidad, ya sea programada o momentánea, algún ser espiritual se ponga en contacto directo con nuestra alma, y si el cuerpo en ese momento vibra al unisonó con ella por alguna circunstancia, digamos un momento de arrobamiento, un chispazo de conciencia, un don o una experiencia fortuita, podremos verlo, escucharlo, o ambas cosas, personalmente.
 
Resulta una experiencia sublime, en razón de muchas personas que han plasmado dichos encuentros, o de aquellas con misiones especiales que han sido bendecidas con dones, que hacen posible una comunicación continuada con estos seres. De todas formas ya sea a través de una comunicación directa, o indirecta, que es la más común, los seres espirituales siempre están con nosotros y siempre estamos bajo su influencia.

Queridos nietos, mucho se puede hablar de los espíritus, pero es importante señalar que los espíritus poco o casi nada tienen que ver con fantasmas o entidades del bajo astral. Estas entidades son cuerpos descarnados que por razones diversas han quedado atrapados en los umbrales de la muerte. Toda alma, al separarse del cuerpo que le dio abrigo durante muchos años, requiere de algunos días (tres, según algunos autores) para darse cuenta que el cuerpo ha muerto y pueda recobrar la conciencia adquirida hasta entonces. Pero existen almas que requieren de más tiempo para hacer, o influir en que se haga tal o cual cosa, antes de salir del umbral de la muerte y encaminarse hacia esferas más sutiles. 
Pues bien, determinadas almas rechazan ese paso, rebelándose ante distintas circunstancias, o simplemente como forma de experimentación, y permanecen en el umbral que algunas religiones conocen como limbo, y desde ahí aprenden a influir en el ánimo de personas, tanto vivas como muertas, para lograr sus fines. Algunas de ellas han pasado tanto tiempo en dicho umbral, que siguiendo la ley de evolución, han aprendido a manejar ciertas energías, con las que incluso, pueden manifestarse en el mundo físico a través de alguno de sus cuerpos sutiles. Dichas almas, como dije, pueden permanecer mucho tiempo ahí, pero finalmente terminarán por cruzar dicho umbral por si mismas, o con la ayuda de alguien más.
Entonces espero, queridos nietos, que distingan la enorme diferencia entre los seres espirituales y los del bajo astral, creo que este tema no está concluido y en otra ocasión lo continuaremos.

martes, 17 de abril de 2012

LA EVOLUCION


Es muy común, cuando se habla de evolución, al tocar los temas de los animales y las plantas, apuntar que ésta ( la evolución) ha influido en ellos por dos vertientes:   
A) Que hay animales y plantas que han evolucionado satisfactoriamente, generalmente las especies que se han dejado domesticar; y 
B) Que hay otras especies que han sido influidas por factores desconocidos, y que presentan ciertas características que al hombre no le satisfacen. 
Así, se dice que animales como las ratas, las cucarachas, las serpientes, arañas venenosas, etc., pertenecen o están influidos por la “otra” polaridad. Lo mismo sucede con algunas plantas que presentan características similares a las de los animales ponzoñosos.
Mi opinión es que no hay nada mas alejado de la realidad; aunque no tengamos clara la utilidad de estos animales y plantas, no debería impedirnos constatar, que TODO lo que forma parte de la creación, está en armonía divina con sus interrelaciones, y que solo depende del grado de conciencia que se tenga para comprenderlo.
Los animales y plantas, al igual que el resto de los seres vivos, se aferran a la vida. Esotéricamente, esto sugiere que todos venimos a experimentar; de ahí que, ese aferrarse a la vida, tiene como objetivo cumplir con una misión. Esta puede ser  grande o pequeña, y hasta insignificante, pero todos nos situamos dentro del gran  conjunto de la creación, constante, sostenida, evolutiva. Estamos cumpliendo un plan divino, si, aunque llegase a escucharse como algo absurdo o ridículo, es la verdad. Pocos, muy pocos seres han alcanzado dentro de su evolución individual, el grado de conciencia requerido para entender su causalidad, pero el plan esta ahí  y se está cumpliendo cabalmente, a pesar de situaciones, que en apariencia, podrían oponerse a ello, como es el libre albedrio, con el que a cada momento de nuestra existencia, estamos cambiando nuestro destino,  nuestra misión, o por lo menos la forma o el camino para llegar a ello.
Sin embargo, no es así. Precisamente, gracias a todos los aspectos negativos que existen alrededor de cada uno de nosotros, a las entidades desconocidas que nos acechan, y a los individuos que supondríamos, no debieran existir, es que esa misión individual puede integrarse en una misión colectiva.
De nada vale oponerse a ella. Podemos, haciendo extraordinarios esfuerzos, resistirnos a cumplir nuestro destino, pero todo es en vano. Podemos hacerlo más tarde, o con más cansancio, pero terminamos cumpliendo. Muchas veces la misión no es física, y otras, tampoco es consciente, pero lo que debemos tener por seguro, es que nos va la vida en ello.
Esto se puede comprobar, analizando la agonía de las personas. Generalmente, quien ha tenido una vida apacible, con experiencias satisfactorias, con amor  a su alrededor, muere con agonías cortas, algunas incluso mueren durante el sueño; pero hay otras con agonías, hasta de varios años, y la gente que se da cuenta de ello, se pregunta por qué. Haciendo una reflexión sobre este asunto, llegamos a la conclusión de que la vida de estas personas, para ellas mismas,  no resultó satisfactoria, pues en el fondo, tienen la sensación de dejar asuntos pendientes. Algunas, a través de esa agonía, logran resolver sus inquietudes y terminan por morir en paz, satisfechos del resultado final. En ocasiones las inquietudes son resueltas con la aceptación, la comprensión o incluso la resignación. En otras, el alma aprende a desprenderse del cuerpo físico y a influir en el alma de los seres que han provocado esas inquietudes, generalmente familiares, amigos o personas cercanas, que directa o indirectamente,  han ocasionado un desasosiego en la persona agónica.
Hay casos en que la muerte no resuelve estas inquietudes y la persona requiere de más tiempo para resolver sus conflictos, pero al fin y al cabo, aunque se originen manifestaciones extraordinarias, habrá un final a estas inquietudes y terminará su alma descansando en paz.
Todo es energía,  y nosotros como humanidad, también lo somos, por ende es factible, suponer cuán poderosa es esa energía que poseemos, cuán duradera, cuán activa. Como toda manifestación de Dios está experimentando, es decir, evolucionando. Esa energía pertenece al todo, al Dios-Uno, a la energía primordial. Para poder experimentar,  es indispensable una entidad que sea capaz de experimentar el mundo físico denso, y el espiritual sutil, es decir, una entidad de dos mundos, a esa entidad le llamamos ALMA; el alma es capaz de experimentar el mundo físico, a través de los  5 sentidos conocidos y de los otros intuidos, pero desconocidos; sentir todos los sentimientos, de alta y baja vibración; todos los estados de ánimo, sublimes y mezquinos; todos los grados de conciencia, los vislumbres de conocimiento, etc. Al mismo tiempo, tiene la potencialidad de comunicarse con su Padre-Madre que es el espíritu (la energía manifestada de Dios).
El espíritu, el alma y el cuerpo físico, son las tres entidades principales que conforman el ser, pero no son los únicos; entre el espíritu-alma, alma-cuerpo físico, hay un gran número de estados de conciencia, que conforman otros cuerpos más o menos sutiles, que en determinadas condiciones, son susceptibles de manifestarse.
Todos y todo somos Dios, al decir todo y todos, me estoy refiriendo a los mundos visibles e invisibles, físicos y espirituales, bueno y malo, oscuro y luminoso, todos los reinos, los conocidos y los desconocidos, pasado, presente y futuro, lo manifestado y lo no manifestado, lo lleno y lo vacio, lo frío y lo caliente, etc. Todas las graduaciones que existen, o que pueden existir entre los extremos de todo concepto, todo aquello susceptible de imaginarse, fuerte o débil, en toda conciencia y potencia de las cosas.
Por tanto, todos somos Dios. Dios es la energía mas grande que podamos imaginar y más allá, incluyendo todo lo que no podemos imaginar, sólo intuir. Es muy difícil tratar de definir a Dios. Es tan grande, tan poderoso, tan y tantas cosas, que nuestra mente no tiene la capacidad de imaginar si quiera, una parte de él-ella. Nosotros mismos, que somos una chispa divina (de Dios en nosotros), si nos imagináramos como uno de nuestros electrones, de algún átomo que formara parte de una célula de nuestro cuerpo, si tuviéramos esa capacidad y tratáramos de que ese electrón conociera el cuerpo del que es parte, verbigracia que una diez mil millonésima se diera cuenta del todo del que forma parte.
Si fuéramos capaces de entenderlo, ni aún así, esa capacidad sería suficiente para entender el todo del que formamos parte, porque  sería proporcional, si tuviéramos la capacidad de ese electrón, a comprender tan sólo una pequeñísima porción del todo. Dios es todo eso y muchísimos millones de veces más. 

Por eso es que no comprendemos a Dios, y menos lo entendemos, porque la escala de comparación rebasa a límites desconocidos tal comprensión, y por lo tanto, tratar de entender a Dios, es simplemente una pérdida de tiempo.
Debemos conformarnos por entender lo que está en las inmediaciones de nuestro ser, nuestro entorno, la gente con la que convivimos, incluidos amigos y parientes, desde luego, y lo más importante, nosotros mismos. Es muy común que la mayoría de la gente no se conozca a sí misma, no digamos interiormente, o esotéricamente, el “conócete a ti mismo” de las escuelas gnósticas de la antigüedad, no, ni siquiera conocemos nuestro cuerpo, nuestros órganos fisiológicos, nuestras extremidades, en fin, las partes de nuestro cuerpo.
En realidad es más, muchísimo más lo que desconocemos, como decíamos, de nuestro entorno, que lo que creemos conocer. Digo creemos, por que al paso del tiempo, nos damos cuenta, que algo que creíamos conocido, no lo era tal. Cronológicamente van surgiendo verdades o conocimientos más grandes, que van envolviendo o aglutinando, esas verdades o conocimientos, que resultaron ser más pequeños, susceptibles de mejorarse, complementarse o integrarse a una idea más correcta, más concreta, más globalizadora, y esto no tiene fin... Como las cosas, las ideas también evolucionan para ser mejores.
Así es, amados nietos, retomando lo que al principio decíamos, al preguntarnos sobre la existencia de plantas y  animales ponzoñosos, caemos en la cuenta de que también, como las demás incomprensiones que giran en nuestro entorno individual, están en armonía, y obedecen a la ley de evolución divina.

viernes, 13 de abril de 2012

LOS ENEMIGOS


En realidad los enemigos no existen. Somos nosotros quienes los hacemos nuestros enemigos. Es nuestro orgullo, nuestra vanidad, nuestro amor propio, nuestra ignorancia, una cantidad muy grande de egos, de personalidades, de cuerpos... Nosotros somos  quienes nos convertimos en sus enemigos, y por reflejo, los creemos NUESTROS enemigos. Sin embargo, en realidad no lo son. Nosotros, en cambio, ocupamos gran parte de nuestros pensamientos en ellos, y CREEMOS que ellos hacen lo mismo con nosotros. La realidad es muy diferente, ellos no piensan en nosotros con esa misma intensidad.
Empero, reconozco que hay sucesos extraordinarios, en que sin hacerlo a propósito, llegamos a causar un daño a otra persona, y las circunstancias para esa persona, se pueden confabular de tal modo, que en apariencia, nosotros nos convertimos en el enemigo. Si esto llegare a suceder, y si en algún momento, nuestra conciencia nos hace un llamado de atención, debemos enfrentar el hecho y hablarlo con la persona afectada. 
Muchas veces, se nota cierta animadversión en su actitud, su forma de mirarnos, o en algunas actitudes sospechosas. Si nuestro corazón nos avisa, de esa fuerza que impele la persona que nos cree su enemigo, sin temor, sin vergüenza, hay que enfrentarlo.
Todos en el fondo, tenemos el poder de darnos cuenta de ese tipo de cosas, pero hay que saber discernir. En ocasiones una palabra amable, o una actitud acomedida, deshacen como por encanto esa animadversión latente. Aunque tampoco hay que vivir tratando de agradar a los demás.

Es muy común que a veces, la forma de vivir de algunas personas ofende a otros, o los hace blanco de envidias, y cuando la envidia se va acumulando en los corazones de esas personas, que muchas veces la ignorancia provoca, se va transformando en odio, y entonces esas personas resentidas, se llegan a convertir en enemigos gratuitos del envidiado, aunque éste no tenga la más mínima idea de lo que está pasando. Sin embargo, este tipo de enemistad se contrarresta muy fácilmente a través de un comportamiento franco y justo; de esta manera, al proyectarlo hacia todas las personas con amabilidad, tal enemistad puede convertirse en admiración.
En ocasiones, la distancia es tan grande que no es posible darse cuenta, en absoluto, que provocamos estos sentimientos en otras personas; sobre todo cuando ese alguien es una figura pública. En estos casos, similarmente a lo anterior, se debe proyectar una personalidad agradable, e infundir sinceridad en todas sus expresiones.
Dando por entendido, que ser enemigo es un sentimiento unilateral, en tanto no se convierta en un repartimiento de odios, es muy posible, que manteniéndolo unilateral, se pueda deshacer dicho influjo.
El odio es un desperdicio de energía que daña más al que lo genera que al que lo recibe. Dicho de otra manera, el que siente odio se está dañando a sí mismo. Aunque desafortunadamente, también produce cierto daño a la persona a quien se dirige, y la única manera de contrarrestar estos efectos, es a través del amor.

El amor forma una protección energética, que amortigua los efectos del odio de las personas que nos consideran sus enemigos. Si es posible, después de haber intentado aclarar los malos entendidos, infructuosamente, lo mejor será alejarse de esas personas, pues la distancia y el tiempo contrarrestan sus efectos, además del amor.
Nadie debería odiar, porque el odio es una fuerza tan grande, que destruye todo a su paso. Y aunque nadie debería odiar, sin embargo el odio, como todos los sentimientos, están impelidos de energía, y la energía no es buena ni mala, sino que es el uso que se le de, lo que marca la pauta.
El odio es la otra polaridad del amor, y en algún momento, ambas polaridades, pueden tocarse, es decir, el odio se puede convertir en amor, y el amor en odio, o bien, el sentimiento más fuerte puede engullir al mas débil.
El odio como el amor, son energías de diferente carga eléctrica ( referido a los electrones del átomo). Se ha aceptado universalmente (o cuando menos en nuestro planeta), la acepción de + positivo y – negativo. No necesariamente lo positivo es bueno, y lo negativo malo. En los imanes (magnetismo), los polos iguales se repelen, y los desiguales se atraen.
Cuando los polos se repelen, se ejerce una fuerza, se ponen en movimiento todos los átomos, que confluyen en esta influencia, y se produce calor; cuando los polos son diferentes, y se atraen, los átomos se acomodan de tal manera, que al juntarse, se logra un equilibrio, un movimiento armónico, que lleva a todos los átomos, influenciados por la fuerza de atracción a mantener un equilibrio estático.

Lo mismo sucede cuando ambas fuerzas son de la misma magnitud (refiriéndonos al amor y al odio), al hacer contacto, se logra la estabilidad, la armonía. Mientras un sentimiento sea mayor en magnitud, que el otro, engullirá el más fuerte al más débil.
Ahora bien, atrás habíamos dicho, que el odio destruye con mayor fuerza al mismo ente que lo genera, pero analicemos ahora, como es esa destrucción:
Cuando el odio se convierte en una fuerza avasalladora,  éste va tomando forma de una obsesión destructiva, que mientras se siga alimentando de más odio, el sujeto que lo está generando, utiliza una energía que bien podría serle útil en otros menesteres. Consideramos que al utilizar energía en asuntos inadecuados, estamos descuidando otros aspectos, ya sea familiares, de trabajo, de salud, o de un sinnúmero de actividades y funciones, que requieren de una energía que estamos desperdiciando. Además, el odio pudre otros sentimientos menos fuertes, y al final, el individuo que se deja llevar por el odio, muere con el cargo de conciencia de una vida desperdiciada, en aras de un sentimiento auto destructivo.
No solamente destruye a la persona que lo genera, sino que también perjudica a las personas que están cerca; generando, si no la destrucción, sí serios daños a estas personas que, de no ser lo suficientemente fuertes, pueden ser influenciadas de tal manera que puedan desarrollar sentimientos afines de quien ha ejercido la influencia, sobre todo si se trata de relaciones muy cercanas.
Recuérdese que el odio del padre se hereda al hijo. Existen en la literatura, muchísimos casos de familias, que se han destruido por odio, a través de muchas generaciones, hasta que nacen en ambas familias, individuos lo suficientemente fuertes para destruir ese vínculo de odio, a costa de otro de amor tan poderoso como el primero.
El consejo que les doy amados nietos, es que, cuando en su conciencia aparezca este aviso que es como un chispazo de energía, hagan todo lo posible, por modificar el odio por amor, ya sea que ustedes lo sufran, ya sea que lo generen otras personas por su causa, consciente o inconscientemente; traten de no tener enemigos, y si esto no es posible, por lo menos, no hagan en ustedes enemigos, no guarden rencores, perdonen siempre, pónganse en el lugar de los demás, y sean comprensivos. De esta manera, siempre habrá la posibilidad de revertir este amargo sentimiento, por que esa envoltura de amor los protegerá, y al no ejercer más fuerza de la misma polaridad que el odio, tarde o temprano perderá vigor, y la persona que origina ese odio consecuentemente alcanzará la paz.
Por otro lado, si ustedes siempre están conscientes de que los enemigos no existen, cualquier tropiezo que surja en su camino no será más que una lección de vida, para aprender alguna enseñanza. Esa experiencia, cuando es tomada como lo que es, sin engendrar odios, produce resultados positivos. Recuerden que lo que no los mata, los fortalece. Acepten lo que la vida les da, ya sea bueno o con apariencia de malo, pues aún la muerte misma, es parte de esa experiencia que todo ser procedente del mismo principio divino, debe experimentar.

Por último, quiero decirles, que no tengan miedo. El miedo es un manto negrísimo, que nos impide ver mas allá del punto que lo origina, el miedo nos esclaviza.
Aprendamos a enfrentar nuestros miedos, así como debemos aprender a diluir los odios, recuérdese que tal como esgrimimos ante el odio el amor, ante el miedo debemos esgrimir esperanza.







martes, 10 de abril de 2012

EL DINERO


El dinero, como todo en el Universo, es energía. El dinero tiene muchos nombres, muchas acepciones, muchas formas de reconocimiento, el dinero es un modo en que, a los deseos, le damos aspecto material. Cuando el individuo es fuerte, el dinero no es importante, en cambio, cuando tiene debilidades, el dinero le da la fuerza, que su conciencia aún no tiene.

El dinero es muchas cosas, casi todo lo material, se puede cambiar por dinero, pero 
debemos de recordar, que las cosas mas importantes, de este universo, no son tangibles. Todo vibra, es decir, los átomos y todos sus pequeños componentes, están vivos, se mueven, pero influenciados por energías sutiles, que producen en ellos, una vibración, susceptible se ser alta, baja, o estar en cualquier rango, que provoquen esas energías. Pues bien, cuanto mas alta la vibración, mas sutil es el cuerpo. Por el contrario, cuando esta vibración baja, el cuerpo se densifica.

La mayoría de los cuerpos físicos, existentes en nuestro mundo, vibran en cierto rango, en que, la naturaleza de esa vibración los hace afines entre sí, formando, lo que es, el mundo físico, englobados por el concepto del dinero. Es energía densificada, de ahí que para muchos el dinero es cosa mala, por que es y representa, el principio y fundamento, de las cosas con mas baja densidad , por tanto, quien vive para y por el dinero, se habrá de contagiar o influenciarse de tal modo, que la vibración de su cuerpo, su ser y su alma, vibraran en la misma frecuencia que el dinero. Al aumentar la densificación del cuerpo, sus atributos sutiles como los sentimientos de alta vibración, quedarán ocultos, aprisionados por la codicia.

Lo afín atrae lo afín. Y es por eso que estos individuos sufren, por que el espíritu que no es corruptible, constantemente, hace llamados a su conciencia, en contrario.
Sin embargo, existen individuos, que hacen uso del dinero, para fines de mas alta vibración, y esto sucede, cuando conscientemente, se dan cuenta, que el dinero es un medio y no un fin. Usan el dinero para beneficio de la humanidad  o al menos de una parte de ella. Queridos nietos; cuanto me gustaría que ustedes pertenecieran a este tipo.

lunes, 9 de abril de 2012

EL ETERNO RETORNO




Dios, la entidad de los 1000 nombres ÉS y SIEMPRE HA SIDO, pero algo muy importante que hay que tomar en cuenta es que, como su obra visible, está en continua actividad. Dios es el todo, esto implica que Dios es todas las Galaxias, con sus estrellas y planetas, la materia oscura (que no podemos ver) y todos los cuerpos densos y 
sutiles que habitan el Cosmos. Dios se está superando así mismo todo el tiempo, no podría ser de otra manera, el Universo así lo señala, todo evoluciona, todo se mueve, el movimiento trae consigo el cambio: la auto superación. Por tanto, no es posible que pensemos en un Dios estático, puesto que todo es Dios.

Ahora bien, ¿Cómo ocurre esta superación? Lo hace a través de todas las cosas, incluyéndonos a la humanidad. Dios se ha dividido en una infinita colección de partículas y estos corpúsculos (que son Dios), tienen la tarea de la auto superación; tienen que recorrer a través de eones de tiempo un inmenso bagaje de experiencias para recoger en pos de esa aventura una confirmación superada de sí mismo, es decir, del ser.
Cada partícula, al ser Dios, tiene conciencia. Tener conciencia es saber quién se es, qué se es, por qué se es, en dónde se es y para qué se es. Se tiene muy claro el propósito de ser.

Todo es cíclico, pero dado que el universo se sigue expandiendo, los ciclos son cada vez más largos, y por lo tanto, al no ser siempre del mismo tamaño, los acontecimientos que se suceden en esos lapsos de tiempo y espacio son ligeramente diferentes; es decir, el objetivo es el mismo, pero el camino, tiene diferencias respecto a los acontecimientos  que ya sucedieron en otros ciclos, y así sucesivamente, las humanidades tienen la oportunidad de aprender en cada ciclo, un poco más que en los anteriores. Entonces es válido decir que todo es igual pero diferente. Esta es la explicación del eterno retorno.

domingo, 8 de abril de 2012

LA SALUD


Todos queremos tener salud, la mayoría de nosotros sabemos cómo mantenerla porque es información inherente a nuestra naturaleza primigenia, pero siempre la estamos descuidando. Entonces, ¿qué pasa?, comemos mal y sabemos que lo hacemos, dormimos mal y sabemos que lo hacemos, fumamos, tomamos sustancias que realmente no necesitamos, hasta en nuestra intimidad hacemos mal las cosas, nos preocupamos cuando no deberíamos de hacerlo, en fin, tal parece que todo lo que hacemos está mal. Tal parece que todos los errores que cometemos en contra de nuestro cuerpo físico fueran a propósito de destruirlo. ¿Qué hay en el fondo de esta actitud?, ¿una especie de rebeldía por existir? ¿Una revancha mal entendida en contra de la creación? ¿Ignorancia tal vez ocasionada por un conflicto interno de la existencia misma?. Y sin embargo, cuando logramos enfermar nuestro cuerpo, entonces empezamos a preocuparnos por él y hacemos lo imposible por lograr la salud a costa de muchos sacrificios, para volver a descuidarlo y volver a empezar otra recuperación, y así cíclicamente hasta que en una de esas sobreviene la muerte. ¿Esto es acaso una situación general? 

Todos conocemos gente que cuida mucho su salud, su alimentación, etc., y mueren relativamente jóvenes de alguna enfermedad inimaginable, por el contrario, todos hemos escuchado de gente que fumó toda su vida o comieron o bebieron sin frugalidad y sin embargo murieron pasados los 100 años. Entonces, ¿qué es lo que sucede?, ¿tendrá que ver con el ADN de cada persona? ¿El tipo de trabajo que realizan? ¿O tal vez el lugar en donde han vivido?. Parece ser que hay más de un misterio en la comprensión de este tipo de cosas, y sin embargo aceptemos que todo es más sencillo de lo que pensamos. 

La conclusión a la que yo he llegado es que el factor misterioso se llama ALEGRÍA, explicaré por qué: las personas que siempre están preocupadas por lo que deben comer, cuántas horas deben dormir, cuánto ejercicio tienen que hacer cada día, etc., mueren finalmente por la acumulación de tantas preocupaciones, porque esta forma de ser gobierna todas las actividades que realizan en su vida, y aún más, se preocupan por lo que hacen y no hacen los demás. En cambio esas personas longevas que comen de todo, beben de todo y no están en un gimnasio todos los días, sino que todas las actividades que realizan las ejecutan con pasión, con amor, agradeciendo y compartiendo todo lo que tienen, no se preocupan; porque saben que Dios es su proveedor y nunca nada les faltará, esa confianza, ese amor, los convierte en gente feliz y agradecida por lo que la vida les da. Aquí sucede algo importante cuando la gente vive feliz: la enfermedad no se manifiesta con la misma intensidad que en aquellas personas que la suplen por la preocupación, y la cura es muchísimo mas fácil y efectiva, pues generalmente recurren a remedios simples y nada costosos. Cuando por asares del destino sufren algún accidente, la alegría ante la vida logra que su recuperación sea más pronta y definitiva. La alegría ante la vida es la mejor medicina para conservar nuestra salud. Nietos míos, nunca la pierdan y les garantizo que siempre tendrán salud.  
 

miércoles, 4 de abril de 2012

EL TRABAJO


Se dice que el trabajo es un vínculo mediante el cual el ser material se pone en conjunción con el ser inmaterial, a veces llamado ser espiritual, aunque esto lleva connotaciones más profundas, esta conexión logra mantener un equilibrio entre ambos mundos. Algo curioso es que todos los seres vivos y también inanimados (aparentemente), todos, absolutamente todos TRABAJAMOS; aún los que desde distintos puntos de vista “no trabajan” (para muchas opiniones). La realidad  es que todos y todo está en actividad, sea cual fuere, en todos los ámbitos y en todas las formas posibles, todos y todo vibra, en distinto rango, sí, y esto es bello. Esta vibración es el trabajo, y el trabajo tarde o temprano se hace manifiesto, y esta manifestación, produce una transformación. 


Por tanto, todo movimiento continuo  sin importar el tiempo, termina transformándose en trabajo. Se dice también que el trabajo santifica; esto implica que el trabajo, movimiento, vibración o alteración de un estado a otro es armónico, es decir, el Universo está desde este punto de vista en un constante movimiento y todo lo que se mueve al unísono de éste, es armónico, pues vibra dentro de los parámetros que éste fija. En consecuencia, todo lo que NO se opone a este movimiento universal (y no sabemos qué pudiera ser) es santo, es decir, está en armonía.

Pero existe el libre albedrio, y tenemos todo el derecho en un momento dado de creer que como seres libres y pensantes, nuestra opinión respecto al trabajo puede ser diferente y no encajar en dichos parámetros.

Este discernimiento nos lleva a colocarnos consciente o inconscientemente dentro del plan divino, y es que no puede ser diferente, todos y todo en algún lugar de nuestro ser guardamos esa afirmación de pertenecer al todo, de ser parte de él, y pese a todas las vicisitudes que nos puedan acontecer, esta seguridad de llevar a Dios dentro nuestro nos da la confianza de ser parte de ese Plan Divino.


Pero volviendo al libre albedrio, ¿qué sucede cuando algo incomprensible nos dice que la actividad que estamos realizando de continuo no es satisfactoria, o que dejó de serlo?, ¿qué pasa cuando comparamos la seguridad de ser actores del gran escenario universal con la posibilidad de no estar en el camino correcto, o la sensación de que hemos perdido interés en nuestro trabajo individual?. En esos momentos debemos recordar que el trabajo armónico es el que produce placer, alegría, emoción… Si hemos dejado de sentir todo esto, es el momento de cambiar la forma de hacer las cosas, debemos pensar que el trabajo nunca lo dejaremos de hacer, pero debemos aprender a reconocer cuándo necesitamos un cambio en la forma.


Esta forma se inserta en el mundo material, el mundo capitalista donde embona nuestra sociedad, que nos obliga de alguna manera a vender nuestro trabajo por dinero; esa vibración natural en el individuo que nos capacita para realizar un trabajo de conjunto, y que es armónica, se violenta por la voluntad del que paga, obligándonos a concentrarla en un punto que no escogimos por intención propia. En el fondo, cuando no estamos completamente satisfechos por el trabajo realizado a expensas del dinero, fingimos una alegría que no es otra cosa que un mecanismo defensivo para sentirnos menos ruines. En cambio, cuando el trabajo es enteramente agradable, aún cuando la recompensa económica sea corta, dicha suma resulta suficiente.




Debo esclarecer que no todo el trabajo que realiza una parte de la humanidad concuerda con el Plan Divino, pero como se mencionó anteriormente, esto sólo retrasa el resultado final; tarde o temprano llegaremos a donde tendremos que llegar. No importa cuándo, el tiempo es significativo únicamente para nosotros, los seres humanos. Debemos comprender que somos importantes para la realización de ese plan, pero no somos imprescindibles… Leliminación de unos cuantos millones no alterará dicho plan, sólo lo retrasará. Para continuar con la clarificación de la idea imaginemos la complejidad de ese plan divino desde el punto de vista de las matemáticas contemporáneas: imaginemos miles de millones de ecuaciones complejas con millones de variables, millones de incógnitas y además relacionadas entre sí con millones de soluciones alternas que finalmente no alteraráen absoluto el resultado final. 





Esto para nosotros puede resultar incomprensible, pero aceptable. Pensemos que hay en esto una inteligencia que supera cualquier cosa imaginable. Un resultado que no sabemos cuál pueda ser, ni para cuándo será, pero que intuitivamente nos hace parte de esa maquinaria portentosa. En esa disposición de ecuaciones multitudinarias, el tiempo es una más de esas variables, la mayoría desconocidas por nosotros. Ahora con el conocimiento de no ser el único planeta habitado en el Universo, contemplamos tantas y tantísimas posibilidades que encajan perfectamente en el concepto de leyes naturales que nos dejan anonadados ante tanta diversidad y perfección.



El trabajo por tanto, es el lazo que nos une con la creación, puesto que no se concibe ésta sin un plan divino. He aquí que la posibilidad, y más tarde, la convicción de aceptar el retorno de nuestra alma a través de miles de oportunidades de vida se convierte en una herramienta para lograr este propósito.

En tales circunstancias debemos hacer un auto-examen de conciencia y preguntarnos si no es mejor trabajar en armonía con el plan divino que oponernos infructuosamente a él.

¿No es mejor encontrar el sitio más adecuado para DAR nuestro trabajo, que estar haciéndolo a disgusto?, ¿no es mejor trabajar por la satisfacción de hacerlo y no por recibir un emolumento que nos hace despreciables?. El que nos paga nos desprecia, porque al pagar se pone por encima de nosotros. ¿No es mejor vivir con alegría verdadera que con pena y tristeza?, ¿en qué nos hemos convertido?, ¿aún estamos a tiempo?. Yo creo que siempre estamos a tiempo, únicamente lo que necesitamos es reflexionar y tomar la decisión de trabajar a gusto, cordialmente, armoniosamente. Cuando logremos estas condiciones vamos a saber que estamos trabajando para el Plan Divino y no contra él.