lunes, 9 de abril de 2012

EL ETERNO RETORNO




Dios, la entidad de los 1000 nombres ÉS y SIEMPRE HA SIDO, pero algo muy importante que hay que tomar en cuenta es que, como su obra visible, está en continua actividad. Dios es el todo, esto implica que Dios es todas las Galaxias, con sus estrellas y planetas, la materia oscura (que no podemos ver) y todos los cuerpos densos y 
sutiles que habitan el Cosmos. Dios se está superando así mismo todo el tiempo, no podría ser de otra manera, el Universo así lo señala, todo evoluciona, todo se mueve, el movimiento trae consigo el cambio: la auto superación. Por tanto, no es posible que pensemos en un Dios estático, puesto que todo es Dios.

Ahora bien, ¿Cómo ocurre esta superación? Lo hace a través de todas las cosas, incluyéndonos a la humanidad. Dios se ha dividido en una infinita colección de partículas y estos corpúsculos (que son Dios), tienen la tarea de la auto superación; tienen que recorrer a través de eones de tiempo un inmenso bagaje de experiencias para recoger en pos de esa aventura una confirmación superada de sí mismo, es decir, del ser.
Cada partícula, al ser Dios, tiene conciencia. Tener conciencia es saber quién se es, qué se es, por qué se es, en dónde se es y para qué se es. Se tiene muy claro el propósito de ser.

Todo es cíclico, pero dado que el universo se sigue expandiendo, los ciclos son cada vez más largos, y por lo tanto, al no ser siempre del mismo tamaño, los acontecimientos que se suceden en esos lapsos de tiempo y espacio son ligeramente diferentes; es decir, el objetivo es el mismo, pero el camino, tiene diferencias respecto a los acontecimientos  que ya sucedieron en otros ciclos, y así sucesivamente, las humanidades tienen la oportunidad de aprender en cada ciclo, un poco más que en los anteriores. Entonces es válido decir que todo es igual pero diferente. Esta es la explicación del eterno retorno.

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