viernes, 6 de julio de 2012

LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Es muy importante hablar de las relaciones entre personas, generalmente la capacidad de amor hacia nuestros semejantes, no está del todo desarrollada, por tanto es muy difícil sentir amor incondicional por toda la gente que está a nuestro alrededor, aún mas por la gente que acabamos de conocer y no se diga por la gente que solo vemos por unos instantes. En este artículo vamos a tratar de explicar primero que es lo que sentimos ante todas estas experiencias y después reflexionar sobre como deben darse estas relaciones en el marco del lugar y el momento que estamos viviendo, para llegar a este punto, debemos hacer una introspección y acordarnos como eramos nosotros cuando  niños.


Cuando somos niños y esta es una regla general, iniciamos nuestra niñez con todos los dones afectivos intactos, sabemos corresponder a quien nos demuestra afecto y somos francos y sinceros cuando buscamos una amistad. Sin embargo estos dones afectivos van deteriorandoce al paso del tiempo debido a las malas experiencias que vamos sufriendo en nuestra pequeña vida infantil. Si por ejemplo al acercarnos a otro niño para jugar con él, nos empuja y nos hace llorar y nuestros padres nos hacen ver con su actitud que el otro niño es malo y no debemos intentar jugar con él, lo mas probable es que tendremos miedo de acercarnos a otro niño para el mismo fin. Así como en otros casos, muchas veces los padres en su afán de protegernos, nos van convirtiendo en seres disfuncionales afectivamente para con nuestros semejantes es decir otros niños como nosotros.


Si por el contrario, en nuestra niñez tenemos la suerte de que nuestros padres son mas conscientes que el promedio estándar, tendremos mas oportunidad de perseverar en alcanzar nuestros afectos y podremos convertirnos en seres extrovertidos, alegres y versátiles, capaces de dar y recibir afecto sin condiciones. Pues bien en las escrituras religiosas existen referencias a la niñez, y en todas ellas ponen de manifiesto que para alcanzar  la plena conciencia y la felicidad, debemos aprender a comportarnos como niños nuevamente. Si hemos tenido una niñez difícil o por lo menos no tan felices como debieran ser todas las infancias, aun así observando a los pequeños infantes que pululan a nuestro alrededor, se pueden convertir en nuestros maestros y aprender de ellos.


En ellos vamos a encontrar el ejemplo mas puro de lo que debe ser la humildad, en ellos vemos la verdadera alegría de vivir, en ellos vemos la ausencia de envidia y de ambición, vemos por ejemplo como se entretienen con cualquier objeto simple que inmediatamente por medio de su imaginación convierten instintivamente en un juguete. En ellos vemos la simplicidad y la sencillez de su trinidad (alma, cuerpo y espíritu), desde mi punto de vista la condición ideal del ser humano, es volver a ser niños después de aprender a ser hombres.


Muchas veces nos preguntamos como es el amor incondicional, como debemos amar a nuestros semejantes, que actitud debemos asumir ante las demás personas, como debemos responder. A veces se nos olvida que alguna vez fuimos niños, nos enfrascamos en nuestro papel de adultos y hasta observamos con menosprecio el comportamiento de los niños, infructuosamente tratamos por distintos medios de ser mejores cada día, creemos que volver a ser niños es un retroceso, por que no comprendemos cuan valioso es el ejemplo que ellos nos están dando. En la vejes volvemos a ser niños, esto es un hecho comprobado, luego entonces si nacemos siendo niños y morimos como niños, por que no hemos de ser niños toda la vida.


En nuestro diario vivir todos los días nos relacionamos con otras personas, que al igual que nosotros quieren vivir en paz, es decir vivir y dejar vivir, nadie tiene como consigna vivir para fastidiarles la vida a los demás, aunque esa sea la impresión que a nosotros nos produce el trato de ciertas personas. Mas bien está en nosotros cambiar la actitud, las personas reaccionan ante el tipo de energía que enarbolamos ante ellas, si nos mostramos humildes, responderán con humildad, pero si demostramos miedo o ira, su actitud de respuesta será acorde al sentimiento o emoción que estamos proyectando.


El ser humano es bueno por naturaleza, nadie hace el mal por el mal mismo, siempre existe una justificación valida o no para los demás, cuando alguien hace un mal, lo hace con la convicción de que está cometiendo un acto de justicia y mientras el actor esté convencido de ello, seguirá participando en ese mismo contexto. Sin embargo nadie por malo que sea, puede dejar de reaccionar ante un evento humilde y sincero que le proyecte amor incondicional.


Queridos nietos, ¿que actitud entonces debemos de asumir ante los demás para hacer llevaderas las relaciones interpersonales en nuestro diario vivir?, como decíamos al principio, debemos recuperar la humildad que teníamos cuando niños, debemos volver a la simplicidad de la infancia, a la sinceridad de los niños, solo de esta manera volveremos a convertirnos en seres humanos auténticos abiertos a dar y recibir el amor incondicional que con tanta facilidad nos dan nuestros niños.

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